miércoles, 15 de octubre de 2008
La democracia de la palabra
En un mundo donde las ideas nos pertenecen a todos, la palabra debe ser lo más democrático que poseemos. A través de la palabra nos comunicamos, registramos nuestras memorias y creamos incontables obras de arte. La escuela es una de las instituciones que mayor responsabilidad tiene en la transmisión de la palabra escrita, aunque a veces ignore el valor que tiene como parte de la identidad. ¿Por qué las palabras tienen sus reglas? En todo ámbito las reglas, las normas, las leyes, definen lo bueno y lo malo, lo permitido y lo no permitido, pero ¿quién crea las estas normas? Sería lógico pensar que el sistema de normas que regula la escritura fue conformado democráticamente, por el consenso de la mayoría. Nada más alejado de la realidad, la palabra también se convirtió en un bien de pocos, en una forma de diferenciar niveles culturales y por ende sociales. Hace algunos años no todos accedían a la palabra escrita, después llegó Gutemberg y la escritura sobrepasó los límites establecidos hasta el momento, pero siempre el control lo tuvo un grupo reducido de personas que decidían qué y cómo publicar. Seguramente no tuvo grandes cambios hasta nuestros días.Hoy se vive una revolución cultural sin precedentes, la informática produjo una ruptura en el aparente equilibrio del poder, hoy la palabra es de todos. Y más aún, Internet es un universo explorado más por los chicos que por los grandes, el acceso a la palabra, es decir al poder, está fuertemente atado a aquellos más jóvenes, a quienes creen que el cambio es crecimiento. La escuela no puede estar ajena a esto, debe reconocer y no desconocer. Por primera vez la palabra está en manos de los chicos, presiento que algo bueno está por suceder.
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